La enfermedad ha desgastado este camino transitable, y la mano que una vez solía tocar todavía teme tocarse a sí misma.
La Superstición ahora se tambalea de miedo como en el Pasado, y se pasea por la habitación hablando de las cosas que no van a durar.
El Tiempo ha envejecido los postigos en la Ventana y la Puerta, y ha avanzado tanto que todo parece regresar.
Y la Mano que tocó, ¿toca todavía? ¿La Superstición balancea el timón? ¿La Ventana aún tiene postigos? ¿La Puerta permanece cerrada?
-Emily Dickinson
Infancia rota, ganas de vivir emergen, amor inalcasables.