Soy el eco del tiempo, aprendiz de sombras pasadas,
en el presente, mi maestro, futuro, mi mirada.
El romanticismo, dulce locura que se desvanece,
me enseña que el ahora es lo único que permanece.
Más sabio, tal vez, en la cuadrícula de la vida,
cada instante, un adiós, en la memoria perdida.
Tarde comprendí, lento aprendí, por arrogancia ciego,
en la comodidad, mi guía, en el error, mi ruego.
He perdido tanto, más allá de toda medida,
dejé atrás lo que pesaba, en el viaje de la vida.
Mi corazón, en Málaga se quedó, sin más queja,
mi conciencia, en África, con esperanza añeja.
Mi voz, en Suiza se perdió, con un amor que se apaga,
ahora, sin necesidad, mi ser, sin carga, se despliega.
Ser, sin pretender, vivir sin deber, auténtico y pleno,
yo mismo, sin más, en el camino del tiempo sereno.
El tiempo, mi fiel compañero, más presente que nunca,
con la muerte a mi lado, su propósito anuncia.
Hacia la luna avanzamos, donde girasoles crecen,
toma mi mano, prometo, la aventura nunca adolece.
cognición, el anhelo humano que despliega,
creer en ninfas, en deidades urge,
otorga alas para ascender a cimas,
o sumerge en la más lóbrega existencia.
la ilusión, fuerza devastadora y dulce,
energiza hasta límites ignotos,
y a la vez, puede confinarme al lecho.
a la ilusión están inexorablemente atados,
sin dominio sobre la esfera terrenal,
pues mi universo es otro, me decían: "Asienta razón, madura".
he abrazado mi destino manifiesto,
y lo que soy no solo persistirá,
sino que prevalecerá por mi voluntad,
porque así lo he dispuesto.
ni de lo tangible, es discernir
que hay senderos más allá del común seguir,
no solo dinero, fama o moldes previos,
hay existencias paralelas, más allá de lo concebido.
mas no hay aflicción, sigan su derrotero,
nunca como yo les inquietaré,
y prometo, si acaso encuentran a otro,
simplemente, no lo comprenderán.
En la penumbra lunar planté girasoles,
bajo el cielo plomizo de Berna, antes de que
la campana de medianoche me arrancara del sueño.
Cada flor, un eco de memoria,
cada recuerdo, un sol eterno fijado en la mirada,
como mi alma, que a su sol eterno se aferra.
Pese a los fracasos, me he erguido,
en la concepción de mi ser, en el enigma
de mi propósito y presencia en este plano.
No somos entes de luz, ni especiales,
no hay designio que guíe nuestro paso,
ni escritura celeste, ni amparo en la vastedad cósmica.
Estamos para aprender, meros eslabones
de un ciclo sagrado, antes de exhalar
y volver a la fuente con el néctar de la experiencia.
Largas lunas de desdicha y lágrimas,
y ahora, ante mi verdad me inclino,
solo en la muerte me encontraré.
Con mil vidas, mundos de fantasía y futuros,
con teorías y sonetos, moriré con mis rencillas
y amores, con mis derrotas y victorias.
Aún me resta tiempo, mas no espero más
que una existencia sencilla, una vida humilde,
anhelo sumergirme en mi soledad, capturar mis días
y ser testigo del alba simple y del crepúsculo majestuoso.
Mi única ambición es hallar la paz,
olvidar o reconciliarme con el pasado,
sanar las heridas que aún duelen,
y dormir plácido como un monje en su retiro.
He contemplado abandonar la vida,
mas ahora veo que no es menester,
solo deseo renunciar al humanismo,
y entregarme al yo, al ser, al existir.
con el ánimo de quien nada tiene que perder.
Fui a satisfacer a un amigo, sin más que hacer,
en un curso con desconocidos, mi ser volví a perder.
un momento, una circunstancia, mi alma se perdió alla.
Cabello negro, ojos marrones, aura de lino,
corazón de corazones, mi camino ya sin destino.
Me lancé al vacío, sin saber si iba a regresar.
Todo fue un sueño extraño, que me hizo dudar,
de mi propia cordura y de la finalidad al andar.
un error de mi parte, una herida que no sanaría.
El tiempo me enseñó que no todo se cura,
hay sentimientos que no se tiran, que perduran.
seguí caminando, como si el destino estuviera a mi lado.
Nada más lejos de la verdad, el tiempo y el destino son ajenos,
mi porvenir en mis manos, y de nadie más, sin frenos.
abrazaré la incertidumbre, la vida y sus melodías.
Sin duda, un día tendré que partir,
hacia otro mundo, y dejar de existir.
viviré lo que me dejen, en esta tierra.
Quién sabe del futuro, quizás aún reste,
una última historia, antes de que el tiempo se detenga y cese.
en que mi mente te albergue, en que por ti yo desespero.
Será el último cumpleaños que en tu ausencia yo me hiero,
y en el silencio de la noche, por ti ya no velo.
aceptando mi verdad, buscando en mi ser abrigo.
Anhelo la paz interna, sin luchas ni antiguos sigilos,
solo yo, el vasto mundo, y el tiempo que está conmigo.
en esos ojos marrones, sueño que parece eterno.
Si un dios rige mi destino, ha tejido un sendero incierto,
una vida de tortura, sin planes, sin un solo anhelo.
que encuentres amor sincero, que la felicidad te dure.
Que logres cuanto anhelas, sin más penas ni amargura,
mi corazón, desde lejos, para ti solo bondad augura.
sin quejas, reconociendo, que la fortuna le es ajena.
No todo se puede tener, y en esta vida terrena,
ella perdió un amor puro, un amor que aún me enajena.
En la senda retorno, un día más a deambular,
con pasos incansables, en la rutina a meditar.
Fantaseo con seres mágicos, en lo etéreo a divagar,
en sueños sin fin, perpetuo melancólico a soñar.
Mi mente vaga por la Costa Azul, la Brava mar,
y el Azahar me llama desde mi soleada tierra natal.
Un periplo de siete días, en mi coche a deslizar,
la existencia ya no brinda más, solo viajar me hace vibrar.
El amor me esquivo, lo mundano no me puede tentar,
solo el justo peculio para en este mundo caminar.
No ansío más, mi futuro voy a explorar,
tal vez en caravana, sin cesar, hasta el final.
Quizás perezca en tierra de nombre inusual,
en una zanja, solo, sin más compañía mortal.
No es un fin desdichado, en la mar o en el aire a volar,
en soledad morir, amando lo que no puede lastimar.
Mientras mi sino trazo, Málaga en verano ya está a brillar,
de ferias y mojitos, y lo que pueda disfrutar.
Viviré al máximo, como en Ibiza, aquel tiempo atrás,
a rememorar lo vivido, antes de mi último zarpar.
Desde mi silla de espinas, en el silencio del cosmos, contemplo la vasta soledad que me corona, con ojos que han llorado la eternidad, y un corazón que late al ritmo de la desolación.
En mi reino de sombras, la materia se desgarra, presumiendo una belleza que se deshace, mientras el susurro de la poesía se pierde, en el vacío, como un eco que nadie escucha.
La rosa, ahora gris, reflejo de mi alma marchita, se desploma en silencio, consumida por el olvido, sus pétalos son testigos del implacable paso del tiempo, que como un verdugo, dicta el fin de su esplendor.
El aire, pesado y frío, se cierne como presagio, de un jardín de sombras que pronto florecerá, donde la esencia de lo que fue se oculta en la penumbra.
La muerte, con dedos fríos y tenaces, teje su red en las fisuras de la existencia, erosionando la delicada danza de la vida.
Y así, en un suspiro, la luz de lo efímero se disolverá en el abismo, aplastada por el incesante avance del tiempo inexorable.
yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
Proverbios, 8,14.