Pensamientos al azar en San José,
un día entretejido por las manos de la iglesia,
para embriagar al alma con sus falsos ídolos,
me encuentro perdido en el laberinto de mis pensamientos errantes.
No he ido hoy a trabajar,
he abrazado los rieles del tren hacia Lucerna,
sin un propósito claro, sin un destino fijo,
arrastrado por el ímpetu de mi propia soledad.
No suelo ser impulsivo,
pero hoy la vida me empuja con fuerza,
necesito huir, buscar mi senda,
hoy será Lucerna, mañana Málaga.
Despierto entre las sombras de la melancolía,
con el peso de llevar mi coche al mecánico,
un deber mundano que se convierte en una carga,
en un día donde el corazón yace en el exilio.
Celia, ¿dónde te escondes en esta jornada sombría?
Tu ausencia se siente como hojas arrancadas,
fragmentos de recuerdos que se desvanecen,
en el vacío de mi memoria entumecida.
Las palabras, como susurros de un fantasma,
se deslizan por mi mente adormecida,
y encuentran refugio en el papel en blanco,
como gotas de lluvia en un desierto sediento.
Por primera vez en lunas olvidadas,
mi pluma danza en el desconsuelo,
revelando la oscuridad que yace en mi interior,
como un eco de lamentos en la noche silente.
¿Por qué me hechiza siempre la primera mirada,
la más fugaz de todas las miradas?
Lydia, quizás debería regresar a tu abrazo cálido,
donde el cariño era un faro en medio de la tempestad.