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                                                                                 III

En utopías me perdía, caminante de ilusiones,
donde copas se colmaban de placeres sin razones.
Dinero, pasiones, un balón rodante,
efímero goce, fugaz, delirante.

Busqué en lo profundo, más allá del oro y carne,
veinte años de viaje, de amor, de aprendizaje,
limites trascendidos, en lo orgánico y lo monetario,
anhelando ser informal, verdadero, extraordinario.

Soñé con la verdad, más allá de la dopamina,
descubrí que nada importa, la vida nos domina.
Valores que vivimos, tesoros que se esfuman,
todo acaba, se olvida, en la memoria bruma.

Sin sentido la existencia, ni destino, ni guía,
somos carne en busca de sentido, cada día.
Reyes y dioses, en el tiempo desvanecidos,
mil años pasarán, en el olvido sumidos.

Duele el alma, la certeza me invade,
el instante es lo único que no se evade.
Ese preciso segundo, la mirada que ansías,
palabras que el corazón, en silencio, confía.

Pero se pierde, en desesperación y locura,
la claridad de hoy, mañana es noche oscura.
Expulsados del edén, su visión, mera quimera,
la fantasía de un paraíso, que en la mente se espera.

                                                                                    IV

En la bruma de un sábado, la noche me envuelve,
paseando entre sombras que la luna devela.
Mis días, fotocopias de una máquina imperfecta,
singularidades marchitas, en el tiempo se pierden.

Saludo a las caras, actores de mi serie,
la vida de otro, en mi piel se adhiere.
Luces y música, en mi ser se cuelan,
dos copas más, y el mundo se alegra.

Risas que flotan, miradas que interrogan,
"Soy Antonio Cortez", mi voz se despliega.
¿Burlas o desconcierto? No logro entenderlo,
mis noches absurdas, añoro el regreso.

El camino a casa, donde mi alma se eleva,
en callejones oscuros, mi felicidad se entrega.
Olvidado de santos, en la penumbra me recreo,
la dicha más pura, en el andar la encuentro.

Vuelvo a mi lecho, la cabeza me pesa,
socializar me agota, la rutina me estresa.
Sueño con ella, en mi mente quebrada,
Confieso que fue mi torpeza, ¡despierta!

En mi mirada me juzgo, convicto de mi espejo,
pan y té, en el gimnasio despejo.
La vida, un enigma, el intelecto, un juego,
la verdad nos aclara, el mundo y su reflejo.

Anhelamos lo imposible, idealizamos el sentir,
para sobrellevar este cruel existir.
Pero al final del día, un giro del destino,
Una llamada, una cita, y una caricia prometida.





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